Curiosa la reciente conversación que he podido mantener con un responsable de equipo sobre dar la oportunidad de personalizar o no un puesto de trabajo. Me explicaré.
El asunto nace en dos ejemplos magníficos, a mi juicio, reflejados en Metrópolis Comunicación y en el Blog del Grupo Valora. Como podrás ver en ambos casos las empresas muestran a su equipo, con nombres y apellidos; e incluso con un contacto directo.
Hablando con mi interlocutor sobre el asunto, más dado a una gestión más tradicional de los recursos humanos, me expresaba serias dudas sobre estos ejemplos. Básicamente la reflexión era: mañana este director de área o aquel coordinador o ese otro responsable pueden NO formar parte de la organización.
Así que la excusa para no dar valor al individuo frente a su perfil laboral era su inestabilidad, bien porque la empresa se ve obligada a prescindir de su trabajo o bien porque abandona la empresa por cualquier circunstancia.
En mi opinión, tanto Metrópolis como Valora aportan valor a sus empleados, les dan protagonismo, se convierten en Fulanito de Tal, Mi Cargo en Mi Empresa. En la otra alternativa serían sólo Fulanito de Tal.
En un entorno de gestión positiva donde ambos bandos buscan sumar mutuamente (en el bis a bis trabajador vs. empresario), promocionar a la persona puede ser un excelente medio de motivación y demostración de confianza. Además, que un empleado se convierta en lo mencionado en el párrafo anterior puede convertirlo en un excelente medio de publicidad y marketing para la marca.
Las empresas que ocultan sus activos tras una logotipo, despersonalizan el servicio, encontrarán además un gran hándicap en su salto a los medios digitales, en concreto a los servicios etiquetados como 2.0 (principalmente redes sociales) dado que en estos entornos la persona tiene un valor superior al de la organización.
No cabe duda del riesgo que supone dejar descansar una serie de ventajas competitivas sobre una persona determinada pues, al perder esta última, la percepción del mercado, de nuestros clientes, proveedores o competidores, puede ser negativa. ¿Por qué se fue? ¿Mantiene la empresa las mismas capacidades? ¿Quién será capaz de sustituir a Fulanito?
Pero no olvidemos que también puede suponer una imagen negativa para el trabajador. Nadie, satisfecho con su puesto de trabajo, salvo mejores ofertas o causas de fuerza mayor o circunstancias especiales, dejará su empleo (siempre habrá excepciones, pero posiblemente no exista esa satisfacción por parte del empleado). Así pues, por qué tener miedo a revalorizar a la persona.
Desde luego, es una interesante discusión que enfrenta dos posturas: la tradicional y la que viene empujando las nuevas tecnologías y las redes sociales.
¿Con cuál te quedarías?
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