No cabe duda, vivimos en el siglo XXI y hay que ser políticamente correctos en cuestiones de género e igualdad. Pero en el mundo real, en el día a día de los barrios, de tu ciudad, de mis vecinos, la mujer sigue sustentando el intra-peso de la familia mientras que el hombre lleva el extra-peso, lo que ocurre de puertas adentro y lo que pasa de puertas hacia fuera. Aún en parejas jóvenes en los que ambos trabajan, en similares profesiones y con sueldos equiparables sigue pesando una educación eminentemente machista en cómo se reparte los roles en la familia. Aún así intentaré no caer en los tópicos hombre/mujer.
Lo que ahora cuento es personal y es general, una mezcla de lo vivido personalmente a principios de año, conversaciones, preguntar a mi pareja como lo vivió ella y lecturas, muchas lecturas. Ten en cuenta que no soy profesional en estas lides, sin embargo, en ocasiones compartir vivencias es la mejor manera de ayudar.
La familia y el desempleo
En una situación de pérdida de empleo es el otro, la otra mitad del binomio familiar, quien soporta una presión ahogada, una tormenta de incertidumbres que caerán sobre la familia con todo su peso. Las preguntas no están sólo en el que ahora es o será desempleado, sino en ambos. En el caso de que él o ella no trabaje (en el mundo real, casi siempre ella) la inseguridad generada por la perdida económica que supone ir al paro añade una dura tensión a la relación.
En parejas tradicionales, que rondan hoy los cincuenta, con una educación sexista, donde la estabilidad del hogar y el futuro familiar es una de las prioridades vitales sobre las que se construye toda la vida, donde el sustento económico recae sobre el hombre, surgen las desconfianzas y las dudas en la capacidad de quien hasta ahora realizaba el aporte desde fuera. Eso no significa que el miedo al futuro no atenace también a las parejas jóvenes, aún trabajando ambos. Y aún no existiendo esta desconfianza existe una pérdida de valor al no verse capaz de ser el sustentador.
Todos estos problemas de inseguridad surgen casi siempre a través del presupuesto familiar (suponiendo que no haya otro tipo de problemas previos). El apartado de ingresos se ve seriamente afectado. Reestructurar los gastos supone en muchos casos cambiar las rutinas del hogar, romper los hábitos, dejar aficiones o situaciones más difíciles como buscar nueva residencia. Estos cambios son, en no pocas ocasiones, tremendos para quienes menos se presta atención, los niños, empujados de una vida basada en el quiero y tengo a otra del no se puede; por no mencionar cuando además estamos obligados, por las circunstancias, a un cambio de colegio.
En el ámbito cercano, familia y amistades, encontraremos personas que ahora mantienen las distancias, no de manera obvia pero sí perceptible. Reflejan su miedo a estar en la misma situación distanciándose del nuevo desempleado y su entorno familiar justo cuando más falta hace una mano amiga. Los ahora ex-compañeros se comportan como conocidos casuales que saludan desde lejos y evitan el contacto, nuestros antes clientes parece que nos miran con lástima. El sentimiento de fracaso está casi servido, pero...
Podemos cambiar la situación
Puedes elegir entre que la situación te domine o sentarte a lomos del caballo que ahora te toca domar. Ambos, desempleado y su pareja, han de sentarse y hablar, comunicarse abiertamente, con la intención sincera de encontrar soluciones y alternativas -nunca reproches-. Más que antes ahora han de actuar como un equipo de entrenadores ante sus hijos, explicando claramente la situación en el contexto y la forma adecuada según su edad.
Hay que encarar una modificación en el presupuesto familiar. Examinar los gastos y analizarlos detenidamente clasificándolos según su necesidad. Encontrarás gastos que no podrás evitar, imprescindibles para el funcionamiento del hogar y otros superficiales, fácilmente prescindibles. Entre ambos extremos hay una gama ordenada de conceptos que debe elaborarse entre ambos; la pareja en su conjunto decide sobre su peso e importancia haciendo las necesarias y oportunas concesiones.
Ambos podrán basarse en esta lista consensuada para ir eliminando gastos superfluos cuando sea necesario teniendo en cuenta que es positivo mantener ciertos ítems que representan momentos de distensión individual o de pareja. Asistir al gimnasio o salir a cenar pueden tener un valor de válvula de escape y, según la situación y el momento, son más una inversión en la estabilidad de la relación que un gasto innecesario que pueda suprimirse.
Cuando los recortes en el presupuesto de la familia deben ser drásticos pueden buscarse sustitutivos a lo que supone una pérdida de rutina. En ocasiones eliminar un gasto supone un trauma porque eliminamos una rutina. Y las rutinas nos hacen sentir bien, nos hacen sentir seguros. El gimnasio, esos 30 ó 40 euros mensuales, pueden sustituirse por correr por el parque cercano o hacer unos 10-15 kms. diarios en bicicleta. Las cenas de 60 euros pueden cambiarse por una velada de cine gastando unos 20 euros. Los 45 euros del juego para la Wii pueden quedarse en casa a cambio de incorporar la sana rutina de jugar e invertir un tiempo en estar con los niños, quienes probablemente no piden por tener sino por llamar la atención, buscando que se les haga caso.
En estos momentos es cuando se hace útil aquella máxima de no es más feliz quien más tiene sino quién menos necesita. Haciendo de esta frase un lema y buscando alternativas se podrán hacer verdaderos ajustes sin que supongan un trauma para ninguno de los componentes de la familia.
Saber transmitir esta nueva situación a los hijos, como equipo, involucrarlos en el proceso de adaptación e incluso en la propia búsqueda de empleo, a través de la comunicación positiva, es otra de las tareas que la pareja deberá afrontar.
Ya en la relación uno a uno es importante el apoyo emocional. Quien pierde su trabajo debe entender que no es el único que soporta una situación estresante y quien lo acompaña en su camino tiene la difícil tarea de dar apoyo psicológico. Y no hablo de un apoyo profesional sino de ese saber estar que sólo quien nos ama y a quien amamos es capaz de transmitir. Sobre todo en las primeras semanas, al afrontar la situación, cuando surgen esas preguntas, cuando el sentimiento de fracaso que invalida a la persona, que la inmoviliza y la anula, hace acto de presencia.
Si tú has perdido tu trabajo ahora tu pareja es tu aliado, ya antes lo era pero inmersos en la rutina laboral este papel va quedando diluido en el día a día. Él o ella es ahora tu mejor crítico, quien de verdad te ve, tu mejor espejo.
Si tú ahora convives con quien lo ha perdido, eres su mejor guía, un faro en los momentos en que su mirada se hace cabizbaja, triste. El mejor amarre para mantener a flote una personalidad que se pierde y que busca una solución pero que a un tiempo es proclive a caer en la fatídica autocompasión.
Esto es un trabajo de dos
El mejor profesional del coaching está a tu lado.
Ampliando la perspectiva sobre el círculo de relaciones ahora es un buen momento para reavivar aquellas que a causa de ese día a día al que nos someten horarios y compromisos se van perdiendo. Reactivar relaciones y amistades que se han ido diluyendo en el tiempo. Esto forma parte de un sustento emotivo muy importante pero además es la base de tu red de relaciones. ¡Ojo! No se trata de ir de puerta en puerta jugando el papel de víctima. Una conversación agradable con un primo que hace años que no ves o una cerveza con aquel amigo inseparable del instituto, donde hablas pero también escuchas, puede obrar milagros en el ánimo.
No soy partidario de pedir trabajo, prefiero informar de mi disponibilidad. No pregunto "tienes trabajo para mí", te informo de mi disposición a trabajar. Y aunque aparentemente es lo mismo hay una notable y sutil diferencia. Cuando lo pides a alguien cercano, casi lo imploras, y si no lo obtienes, caes en la decepción, de una manera u otra quien no te da pierde valor para ti aunque eres tú el que estará perdiendo; en el otro modo, cuando informas, no esperas un resultado, sólo investigas oportunidades.
Recuerda, tu pareja es tu aliado, tú eres su soporte en estos momentos. En ambos sentidos. Los dos, inmersos en una situación momentánea donde encontrar soluciones es un objetivo común.
Por último, al leerme no olvides que escribo desde la experiencia personal, no como profesional de la motivación. Confío plenamente en esta otra manera de hacer las cosas, de superar la situación, porque mi propia vivencia así me lo confirma. Ahora me atrevo a compartirlo contigo. ¿Qué pierdes probando?
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