Aunque identificamos la definición de trabajo con la palabra empleo, realmente no definen lo mismo aunque ambas estén estrechamente interrelacionadas. Esta confusión parte de la realidad laboral diaria donde se define trabajo como aquel realizado a cambio de una percepción monetaria, asimilándolo con el empleo.
Esta confusión se viene abajo si analizamos el (actualmente castigado) mercado laboral desde una perspectiva de género, tanto en cuanto que definir las implicaciones de trabajo conlleva incluir en el concepto todas las actividades productoras de bienes y servicios aunque no estén retribuidas.
Sólo así es posible visualizar las labores del hogar no retribuidas realizadas mayoritariamente por mujeres en el ámbito doméstico, por un lado, así como la actividad del voluntariado en organizaciones no gubernamentales -y su reconocimiento- o las realizadas gratuitamente en numerosas actividades de la pequeña empresa y negocios en forma de ayuda familiar.
Por lo tanto, terminamos definiendo empleo como la actividad realizada por las personas para la producción de bienes o servicios a cambio de una remuneración y trabajo como la actividad realizada por las personas para la obtención de bienes o servicios independientemente de su retribución económica.
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