Una de las cosas que me he propuesto con este blog es invitar a amigos virtuales, en su mayoría redactores de sus propios bitácoras, para que me "regalen" algunos párrafos para este proyecto. Y la verdad es que hasta el momento me han hecho regalos inmensos que no se limitan a unos cuantos párrafos sino a textos verdaderamente inspiradores.
Este es el caso hoy de Julio Caballero de La ciudad de un billón de sueños, con quién además de compartir insularidad, tengo una especial predilección por su escritura (y no es adulación oportunista, te lo aseguro).
Ha escrito un impagable artículo titulado De paro, catarsis y misereres que me invita a copiar íntegro aquí, pero del que sólo voy a extraer unos párrafos para que tú, querido lector, vayas allí a leerlo completo. Espero convencerte con mi selección.
El camino de la frustración es una tortura. Un bosque de espinos color sepia. Un coro de frailes detrás nuestro, de rostros negros y de hábitos deshilachados y mugrientos, cantando un miserere lúgubre. Las jornadas caen interminables y, cada amanecer, tus ojos se despiertan hinchados y el cuerpo es recorrido por una onda de energía negativa que hace que arrastres los pies.
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Así puede encontrarse alguien en paro -que no un parado-. Frustrado y alimentando ideas en torno a: a) Las injusticias de sistema social y político. b) La mala fortuna. c) Las oportunidades perdidas...
Lo que no posee lógica es combatir el sistema social; la fortuna o la casualidad no podemos dominarla al igual que no podemos borrar las nubes grises que cubren el atardecer; las oportunidades perdidas son un recuerdo del pasado. ¿Vamos a poder cambiar de verdad lo que no está en nuestras manos?
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El camino de la vida es una onda que tiene cúspides, reflejo de los momentos de catarsis. Para los japoneses, la palabra “crisis” no es sino el reflejo de un cambio. De toda crisis viene un cambio a otra cosa, o debería, pues entonces la crisis ha sido en vano -y permanecemos en una crisis perpetua-.
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Pero si tenemos la mente centrada en un objetivo. Si al amanecer hay nubes grises y alguien que nos quiere nos tiende la mano. Si, a base de esfuerzo, entendemos que podemos crear otros pensamientos positivos sobre la situación y que pintar las vallas publicitarias con nuestro nuevo mensaje publicitario: ¡conseguiré mi objetivo! Sea por el camino que sea: porque me preparo con cursos, porque sigo activo en la búsqueda de empleo -sigo, entonces, con mi objetivo-, porque encuentro otras situaciones en las que puedo conseguir un trabajo que me gusta menos pero puede ser trampolín para una nueva forma de afrontar la vida y rebozarme en ella.
¿De qué sirve tener trabajo o no si no se sabe disfrutar de la plenitud de la vida? Es por eso que el hecho de estar en paro -que no parado- no es una frustración. Es una realidad.
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Y si quitas toda esa percepción opresiva de que los demás -los otros- te observan atentamente y que a sus ojos puedas dar pena, lástima, y te sientas avergonzado o fracasado por ello, verás que respiras un poco mejor, y es tan cierto como que he comprobado que varios cientos de miles de asmáticos en el mundo, tras seguir este consejo, usan mucho menos el Ventolín -Glaxo SmithK estuvo a punto de demandarme porque bajaron las ventas un 34,2%-.
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