En ocasiones, o casi siempre realmente, un despido te coge a traspiés, con el paso cambiado. Algunos que he oído o de los que he sido testigo casi parecían un linchamiento moral aún siendo despidos improcedentes en el que la empresa reconoce que no hay una causa justificada para el mismo y que, incluso, se sobre-indemniza al despedido.
Aparece por allí el responsable de recursos humanos de turno con aires de deshollinador, acompañado por algún asesor externo o por algún abogado. Eso si es un despido en una empresa entre varias sedes, si no, en caso contrario, una llamada: Sr. Peláez, por favor, venga a mi despacho.
Tienes dinero de una indemnización, 45 días por año en la mayor parte de los convenios (hasta acumular un máximo de 42 mensualidades), y tienes "tu paro", la prestación por desempleo acumulada, hasta dos años si has cotizado más de 2.159 días.
Pero aún así...
Pues ahora imagina la crónica de un despido anunciado, parafraseando a García Márquez. Cuando la empresa te dice: te despediremos... te vamos a despedir... dentro de poco estarás en la calle...
Y prolonga esa situación durante dos meses y medio.
Antes que trabajadores, "semos personas humanas".
En el mundo laboral actual, la despersonalización del trabajador se ha convertido en una preocupante realidad. Las empresas, en su afán por optimizar recursos y aumentar la eficiencia, a menudo olvidan que detrás de cada número de legajo hay una persona con sentimientos, necesidades e historia.
La despersonalización del trabajador: Una mirada crítica al proceso de despido
¿Qué es la despersonalización del trabajador?
Es un proceso que reduce al trabajador a una simple herramienta o número, deshumanizando su experiencia y minimizando su valor como individuo. Se manifiesta en diferentes formas, como:
- Falta de reconocimiento: No se valoran las ideas, aportes o esfuerzo individual del trabajador.
- Excesiva burocratización: Los procesos y normas se vuelven rígidos e impersonales, ignorando las necesidades individuales.
- Comunicación deficiente: La información importante se transmite de manera impersonal, sin espacio para el diálogo o la comprensión.
- Despidos masivos: Se trata a los trabajadores como números y no como personas, sin considerar el impacto emocional y social de la decisión.
Consecuencias de la despersonalización:
- Desmotivación y baja productividad: Los trabajadores desmotivados se vuelven menos eficientes y comprometidos con su trabajo.
- Deterioro del clima laboral: La falta de reconocimiento y comunicación genera un ambiente de trabajo negativo e improductivo.
- Aumento del estrés y la ansiedad: La incertidumbre y la deshumanización del trabajo generan un impacto negativo en la salud mental de los trabajadores.
- Daño a la reputación de la empresa: Las prácticas deshumanizantes pueden afectar la imagen pública de la empresa y dificultar la atracción de talento.
¿Qué pueden hacer las empresas?
Es fundamental que las empresas adopten una visión más humana y responsable del trabajo. Algunas medidas que pueden tomar son:
- Fomentar una cultura de reconocimiento: Reconocer y agradecer el trabajo individual y colectivo de los empleados.
- Mejorar la comunicación: Implementar canales de comunicación transparentes y accesibles para todos los empleados.
- Promover el desarrollo profesional: Ofrecer oportunidades de aprendizaje y crecimiento profesional a los empleados.
- Humanizar los procesos de despido: Tratar a los empleados con respeto y empatía durante el proceso de despido, brindándoles apoyo y asesoramiento.
Las empresas deben recordar que al despedir a un trabajador, no están despidiendo a un número, sino a una persona. Cada persona tiene sueños, expectativas y necesidades que deben ser consideradas. Adoptar una actitud más humana y responsable no solo beneficia a los trabajadores, sino que también mejora el clima laboral, la productividad y la reputación de la empresa.
Es hora de cambiar la forma en que las empresas se relacionan con sus trabajadores. La despersonalización no tiene cabida en un mundo laboral que busca ser sostenible y humano.
La responsabilidad de construir un entorno laboral más justo y humano recae en las empresas, los trabajadores y la sociedad en general. Solo trabajando juntos podremos crear un futuro del trabajo donde la dignidad y el valor de cada persona sean reconocidos y protegidos.
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