Publicado originalmente en ¡Chasquido!, un blog de plnet.com, una web sobre superación personal y profesional, hoy extinguida. El autor del artículo recuperado es Juan P. Rondel. Año de publicación indeterminado entre 1997 y 2009.
Las distintas maneras de ver la realidad se traducen en distintos comportamientos ante estímulos comunes. La manera de enfocar nuestras relaciones con los demás suele venir marcada por nuestra propia manera de ser y de contemplar la vida.
Encontramos mayor facilidad para relacionarnos con aquellos que son más parecidos a nosotros mismos. En otras ocasiones nos sorprendemos porque encontramos personas que pensábamos muy diferentes pero con las que entablamos algún tipo de nexo en común.
En otros casos, sin embargo nos encontramos con personas con una visión de las cosas casi contraria a la nuestra por lo que se nos hace casi imposible llegar a ningún tipo de acuerdo con ellas.
Este tipo de relaciones personales no deben suponernos ningún tipo de problema en nuestras vidas ya que nos basta con fomentar más las relaciones con nuestros afines y evitar las relaciones con los diferentes.
Esto sería así de sencillo si no hubiera ámbitos en los que no nos quedara más remedio que relacionarnos con todo tipo de personas, como por ejemplo en el laboral.
El mundo del trabajo se convierte entonces en unos de los más conflictivos de nuestras vidas. Debemos ser tolerantes e intentar tener una buena relación con personas con las que nunca lo seríamos en otras circunstancias.
Para conseguirlo con la mayor eficacia posible debemos intentar comprender a los demás, conocer su manera de ver la vida, su estrategia interna.
Algunas personas son más extravertidas que otras, unas necesitan mayor reconocimiento y apoyo en aquello que hacen, otros necesitan incentivos para esforzarse en sus tareas. Algunos prefieren fijarse en lo que tienen en común con los demás mientras que otros lo que valoran es lo diferente, lo excepcional. Unos prefieren centra su atención en conseguir lo que consideran necesario, lo ideal, otros prefieren centrarse sólo en lo que es posible, lo práctico.
Las maneras de trabajar de cada persona son diferentes. Unos son más individualistas, otros prefieren trabajar en equipo. Unos prefieren centrase en su tarea diaria sin plantearse mayores metas que el día a día. Otros tienen una mayor visión de futuro y sus aspiraciones no se circunscribirán al trabajo diario sino que pensarán a más largo plazo.
La visión del tiempo también es diferente de unas personas a otras. Para unos el transcurso del tiempo es algo lineal, en que el pasado se encuentra en un lado, el presente delante de nosotros y el futuro en el lado opuesto. Otros tienen un sentimiento de presente perpetuo, en el que el pasado queda atrás.
El concepto del tiempo es fundamental en el tipo de relación que se establece en el trabajo. De hecho, básicamente existen dos tipos de estrategias laborales en cuanto al tiempo se refiere.
Por una lado tenemos la posibilidad de establecer objetivos a corto plazo que satisfagan las necesidades inmediatas pero olvidándonos de su posible trascendencia a largo plazo, o establecer objetivos más lejanos, más beneficiosos de cara al futuro, pero que exijan algún tipo de renuncia a corto plazo.
En definitiva, y traducido a términos bélicos: intentar ganar todas las batallas olvidándonos de cómo va la guerra o centrarnos en ganar la guerra aunque para ello debamos claudicar en algunas batallas parciales.
El tipo de visión que no coincide con la nuestra personal se hace un tanto incomprensible para nosotros, porque pensamos que todos deben tener esos mismos tipos de estructuras mentales.
Esto se traduce en que no comprendemos a los demás, su manera de pensar, que se traduce en su manera también incomprensible de actuar.
Un compañero de trabajo o nuestro jefe, o un colaborador puede parecernos misterioso, ignorante, quisquilloso, poco sociable, tímido, insoportable, agresivo, etc... simplemente porque “funciona” de manera distinta a la nuestra.
Intentar comprender la visión que los demás tienen de la realidad no resulta tarea fácil pero no cabe duda que es una labor que merece la pena intentar con vistas a mejorar no solo el clima laboral y nuestra relaciones personales en el trabajo sino la consecución de nuestros propios objetivos laborales.
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