Si quieres escribir sobre convivencia en el mundo laboral evidentemente harás referencia a las relaciones interpersonales en los entornos de trabajo. Es obvio.
Puedes lanzar consejos a superiores o a subordinados, en positivo o en negativo, como gestionar a un jefe intratable o como conseguir lo mejor de tu equipo. La orientación del contenido permite mucho juego.
Poco o nada caeremos en la cuenta de la convivencia con la desesperación del desempleo. Convivir, hoy, con la etiqueta de parado, no es tarea fácil y muchos, rehuyendo por miedo a que fuera contagioso, dejan todo el espacio posible con los afectados. Nada más absurdo e insolidario. Además de mal ejemplo sobre lo que es la convivencia.
Una persona que se ha derrumbado ante una situación de pérdida de su trabajo, en ocasiones, lo que necesita es una mano amiga. Sentir que alguien cree en él, en sus oportunidades, en sus virtudes, en su valor como ser humano. Sólo necesita sentirse valorado.
La buena convivencia es una herramienta eficaz para repartir fuerza a tu alrededor. Escuchar a quien lo necesita, alimentar la esperanza de quien desespera, puede provocar que la persona tome una postura erguida ante la adversidad, que levante la mirada y afronte su presente. Que su actitud empiece a cambiar hacia una intención de lucha, de búsqueda activa.
Basta, en ocasiones, un saludo en la escalera y un sincero interés por su situación personal. ¿Puedo hacer algo por ti? La convivencia no sólo se restringe a unas mínimas normas de buena conducta que permitan una coexistencia tranquila entre trabajadores (o entre vecinos). Es, además, un sentimiento de colectivo. Una forma de ver la vida, tu entorno, donde sin perder tu individualidad sabes que lo que ocurre a lo que te rodea te ocurre a ti, en una forma u otra.
Convivir, laboralmente, pues, no sólo es llevarse bien con el jefe o hacer la vista gorda a las manías de tu compañero. También pasa por una llamada de teléfono al amigo despedido, por ayudar a un vecino de 45 años a introducir su currículo en infojobs.net o incluso por comprar la fruta en la tienda del barrio. Porque esos pequeños gestos son los que, en el fondo y de manera egoísta -si se quiere ver así-, hacen de nuestro entorno, de nuestro mundo, un sitio mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario